Menorca: la isla que me encontró
Propongo l’articolo già uscito su questa rivista e dedicato all’isola di Minorca (Menorca) nella traduzione in castigliano per i lettori spagnoli.
Tienes que creer que todo es posible. Tienes que creer que los deseos, incluso los más antiguos, se pueden cumplir.
Fue el deseo de vivir y escribir en una isla, una isla tranquila. Este sueño tenía que ver con un libro y con un programa de televisión infantil: Vacaciones en la Isla de las gaviotas de Astrid Lindgren
La poderosa imagen con la que crecí siempre me hizo integrar literatura, fantasía y vida. La Isla de las gaviotas me acompañó en mis juegos y en todos los lugares en los que me adentraba a vivir el sueño. Entre los diversos personajes yo me sentía Ciorven, una niña regordeta y sincera que iba con un perro San Bernardo.
La isla ha permanecido durante mucho tiempo en mis deseos. He visto y amado muchas islas, empezando por las islas del archipiélago toscano en frente del mar donde nací. Si tengo que elegir algunas, me quedo con aquellas islas con las que me he sentido más identificada.
Entre las islas griegas, me marcó especialmente Sifnos: una isla pomposa y, a la vez, más salvaje que sus islas vecinas.
Durante los años que visité Sicilia y Cerdeña – islas que son cómplices de muchas experiencias inolvidables y amistades verdaderas – me cautivó Motya, la isla fenicia, y Spargi, una pequeña isla del archipiélago de la Maddalena.
En todas estas islas he pensado en hacer realidad el sueño de vivir y escribir en una isla. Pero nunca pensé que sería en las Baleares. Las Islas Baleares eran sinónimo, en los años 80, de ostentosos viajes de bodas de
Los lugares tienen que llegar en el momento adecuado, está claro.
Pero son los hijos que con el tiempo todo lo distorsionan. Cuando el pasado invierno mi hija eligió el destino de vacaciones, yo tragué. Iba a terminar mal, lo presentía. Y al final… ¿Dónde estábamos listos para aterrizar? En las famosas Islas Baleares, más en concreto, en Menorca. Las fotos de internet y las guías me daban a conocer una isla muy diferente de las que yo aborrecía. La isla del relax. La reina de la ecología. Una isla que se puede recorrer andando a lo largo de las antiguas rutas de caballos que han sido restauradas. Una isla pequeña, en parte aún salvaje, muy diferente de una costa a otra, con un fuerte carácter mediterráneo y tierra de pescadores.
Faros, rocas lunares, fiordos naturales con playas de arena blanca, bosques mediterráneos y de pinos.
Mahón: una ciudad colonial fortificada con el mayor puerto natural después de Pearl Harbour.
Ciutadella: una ciudad que el estilo mediterráneo ha teñido de influencias anglosajonas; una ciudad hispana con colores andaluces y fachadas barrocas.
Pueblos de cal blanca, aguas de color turquesa, gente cálida y soleada. Los mercados, los olores, el vino, la cocina, etc.
Vamos a relajarnos, vamos a abandonar los prejuicios y… ¡Partamos!
Los lugares tienen que llegar en el momento adecuado, está claro. Y ese era un momento para mi en el que tenía que decidir algunas cosas. Yo he trabajado por cuenta propia durante toda mi vida y lo que hay que hacer cuando eres ya un poco mayor siempre es un problema para los que no han adquirido una pensión estatal. Entonces yo, que he vivido a caballo entre tres países con diferentes sistemas sociales, al acercarse el momento de mi jubilación me encontraba prácticamente con las manos vacías. Como les pasa a muchos italianos que tienen como único sustento el de su familia – y mientras dure.
Fui a Menorca de vacaciones y regresé que estaba comprando una casa. La compré con el fin de alquilarla y también para ir de vacaciones y pasar el tiempo libre. La idea es que más adelante y pensando en el retiro, vaya yo a vivir allí y a escribir. Y puede que acabe montando un pequeño negocio de Bed&Breakfast.
No soy yo quien he encontrado la casa, es ella la que me encontró
Quiero pagar los impuestos si estos se me devuelven en forma de servicios y de bienestar, si el coste de la vida es honesto y la gente sonríe y el calor te reconforta trescientos días al año.
No soy yo quien he encontrado la casa, es ella la que me encontró. Es una historia de historias y de personas. Las personas son dos mujeres y un hombre. El hombre es el señor Morrison. No, no es Jim, otro de mis iconos musicales. El señor Morrison es el antiguo dueño de la que es ahora mi casa. Las mujeres son Isabel Petrus, fundadora y gerente de Casas en Menorca ( http://www.casasenmenorca.com ), la agencia inmobiliaria que actuó como intermediaria para la compra y su agente comercial, Emmanuelle, una chica francesa con el pelo de color avellana y la piel clara que se trasladó de París a Menorca. He aprendido que no hay casa hasta que no encuentras almas e historias.
El señor Morrison aún no lo conozco pero estoy deseando hacerlo. Solo lo conozco de cómo me ha dejado la casa y ya se ha convertido en una figura mítica para mí.
Con Isabel ahora somos amigas. Cuenta con un equipo formado sólo por mujeres; una pequeña empresa de mujeres. Le encanta su trabajo y Menorca. Isabel escribe, ha publicado un libro de cuentos. Su hijo es periodista. Emmanuelle es joven, viene da fuera, como yo. Es agradable y limpia, como Menorca. Como mi casa, como debe ser la vida.
Por lo tanto, ahora tengo una casa en la isla de Menorca y un sueño para mi jubilación. Trasladarme allí a vivir, a escribir, a acoger personas y a conocer otras historias.
No es Saltrakan ni son los años 60. Pero los deseos, si tienen la dimensión adecuada en la vida, se realizan. Tal vez no en la forma en que uno se imaginaba pero esto no importa. Aquellos sueños que uno siempre mantiene vivos, en el momento más adecuado, se terminan cumpliendo.